La agricultura natural permite la obtención de alimentos saludables, de mayor calidad nutritiva, sin la presencia de sustancias de síntesis química y obtenidos mediante procedimientos sustentables. Este tipo de agricultura es un sistema global de gestión de la producción, que incrementa y realza la salud de los agrosistemas, inclusive la diversidad biológica, los ciclos biológicos y la actividad biológica del suelo. Esto se consigue aplicando, siempre que sea posible, métodos agronómicos, biológicos y mecánicos, en contraposición a la utilización de materiales sintéticos para desempeñar cualquier función específica del sistema. Esta forma de producción, además de contemplar el aspecto ecológico, incluye en su filosofía el mejoramiento de las condiciones de vida de sus practicantes, de tal forma que su objetivo se apega a lograr la sustentabilidad integral del sistema de producción agrícola; o sea, constituirse como un agrosistema social, ecológico y económicamente sustentable.

Esto lo dijo nuestro amigo Manuel Arredondo...

Nuestra actividad se desarrolla en un ambiente relacionado con lo rural. Sin estar lejos de lo urbano, es primordial mantener valores y tradiciones, que provienen de nuestra tierra, que nos hagan a todos ser cada día mejores personas.

El campo atrae, da una gracia de pertenencia, también enseña.

Los ciclos son largos, tienen relación con el clima, las estaciones y los cauces de las aguas. El campesino se hace parte de los asares de la naturaleza, se deja llevar y sabe que su sustento no sólo depende de él. Sabe que hay algo superior que se asocia a sus manos para producir su pan, su vino y su leche.

El campo nos enseña a cultivar nuestra fe, nos dice que no estamos solos, que las cosas no dependen exclusivamente de nuestras manos y nos enseña a dejarnos conducir por la Verdad y por lo fundamentos de la creación.

El que trabaja la tierra sabe que los ciclos son largos, que todo tiene su tiempo, el plantar, germinar, crecer, florecer y dar frutos. El campo nos enseña a tener paciencia, a darle el tiempo a los procesos para que puedan madurar y respetar el orden natural. El hombre del campo conoce la esperanza, la cultiva y la hace vida.

Cuando comienza a predominar el urbanismo el hombre cree dominarlo y hacerlo todo, que los procesos dependen sólo de él y que el sustento está supeditado exclusivamente a sus manos. Se olvida de Dios.

En la ciudad todo ocurre rápido y las expectativas no son resueltas como queremos, mucha angustia y poca Esperanza.

Recurramos a la tierra.